Señor hoy bendecimos tu Santo nombre y te damos gracias por la bendición de ser padres, y te pedimos perdón por no haber estado a la altura del compromiso que implica serlo. Reconocemos que hemos cometido errores con nuestros hijos. Perdónanos por subestimar nuestra responsabilidad.
En nuestras fuerzas no podemos cumplir con dicha responsabilidad. Te necesitamos para guiar a nuestros hijos como tú lo deseas. Te pedimos que cada día podamos ser más parecidos a Ti. Sabemos que con nuestras fuerzas no podremos afrontar a diario este desafío, pero Tú eres nuestra fuerza. Padre danos sabiduría, amor, paciencia, perdón y tolerancia.
Nos arrepentimos por haber dado mal ejemplo. Cancelamos toda maldición provocada por nuestros pecados y rebeldía contra tu palabra. Libra Señor a nuestros hijos de las consecuencias de nuestros pecados.
Cancelamos toda palabra negativa que hemos pronunciado sobre nuestros hijos y familia.
Nos comprometemos a hablar palabras de vida y no de muerte como dice el Salmo 141:3
“Pon guarda a mi boca, oh, Jehová; Guarda la puerta de mis labios.”
Cancelamos también toda palabra negativa que nuestros padres han lanzado sobre nosotros, perdonamos a nuestros padres por la paternidad deficiente y los bendecimos, te damos gracias por nuestros padres y los perdonamos por los errores que cometieron al criarnos.
Sana Señor nuestras emociones de traumas y heridas del pasado y por las heridas que nuestros padres o personas cercanas a nosotros nos han provocado.
Te pedimos que sanes nuestras vidas para que podamos tener una paternidad conforme a tu corazón.
Renunciamos al rechazo, abandono, abuso que hayamos sufrido y te pedimos que nos llenes de tu amor y nos des tus ojos para ver a nuestros hijos como Tú los ves.
Ayúdanos a ver lo que has puesto en ellos y a ayudarlos a descubrir sus dones y llamado en Cristo.
Ayúdanos a llenar nuestro corazón de tu amor, verdad y misericordia para que nuestra boca refleje tu inmenso amor y bendiga a nuestros hijos, te pedimos que hables a través de nosotros a sus vidas.
No permitas que en momentos de frustración o ira el enemigo ponga palabras en nuestra boca que maldigan su identidad y propósito.
Nos comprometemos como padres a no maldecir a nuestros hijos con palabras y actitudes que denigren, lastimen a cualquiera de ellos o a otro miembro de la familia. De hoy en adelante hablaremos palabras de bendición y no de maldición.
En el Poderoso Nombre de nuestros Señor Jesucristo. ¡Amen!
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